Aproximadamente el 13% de la población mundial es zurda y no es fácil para ellos vivir en un mundo diseñado para diestros. Requiere de un gran ejercicio de adaptación permanente en casi todos los aspectos de su vida, hasta que, sin darse cuenta, se acostumbran a vivir en un mundo al revés. Esta particular condición se puede evidenciar desde muy temprana edad, donde los niños inician esa etapa de adaptación y reconocimiento de su entorno. Esta destreza dominante no se encuentra únicamente en las manos, sino que también puede existir en pies, oído y ojos.